Los 4 errores que cometemos al practicar la empatía

Publicado el 8 Abr 2020, En #comunicaciones #Prevención Coronavirus

Nacional.- Ser empáticos es una de las demandas sociales más bulladas en las últimas semanas, a propósito de la emergencia sanitaria sin precedentes que vivimos a nivel mundial. ¿Pero a qué nos referimos con empatía y cómo ser un aporte hacia la persona que lo necesita?

 

La empatía se suele asociar con sufrir y sentir aquello que el otro siente, de tal manera que nos ponemos en el lugar del otro. La propia etimología de la palabra remite al concepto griego de pathos o sufrimiento. No obstante, podría decirse que algunas personas empatizan mucho y se preocupan por las demás casi constantemente, mientras que otras ni siquiera son capaces de percibir cuándo el otro se siente vulnerable o feliz.

 

La empatía saludable nos permite participar de los sentimientos de los que nos rodean y congratularnos o dolernos con ellos; ayuda, por tanto, a vivir en armonía con el entorno.

 

Acompañar a los demás y hacerlo bien contribuye a mejorar la calidad de las relaciones, lo que redunda en una mayor sensación de plenitud y autoestima. Y en época de crisis, como la que estamos viviendo con la pandemia, ser empáticos/as sirve para pasar de una mirada individual o dualista a pensar en comunidad y en lo colectivo, donde asumimos desde la responsabilidad compartida el quedarnos en casa.

 

Error 1: sufrir demasiado por los demás

Nadie debería vivir inmerso eternamente en la turbulencia de la emocionalidad propia y ajena. Es importante preocuparse por los que nos importan, pero hay que saber distinguir cuándo nuestra capacidad de compartir las emociones excede lo saludable y lo útil. Si te enfrentas a esto, pregúntate: ¿Está colaborando mi malestar a que el otro se sienta mejor?

 

Error 2: tratar de solucionar el problema del otro

Cuando por empatía nos invade la angustia por lo que le sucede al otro, queremos a toda costa realizar acciones que nadie nos ha pedido. En muy pocas ocasiones se nos agradece el gesto, incluso a menudo la persona resulta ofendida por nuestro empático intento de ayuda. No olvides que cada persona debe cargar su propia cruz.

 

Error 3: dar consejos innecesarios o no solicitados

El consejo suele precipitarse cuando nos angustia lo que vive la otra persona. Conviene recordar que si la persona pudiera hacer de inmediato lo que le decimos no tendría esos problemas… pero no podemos pretender que actúen como nos parece correcto.

Ser paciente con los demás y respetar sus tiempos, sin dar consejos obvios o no solicitados, es un camino real hacia la empatía.

 

Error 4: no ponerte en la piel del otro

La empatía genuina nace con la idea de que la persona que sufre se sienta validada en su experiencia. Cuando nuestra angustia no mejora el estado del otro, ni tan siquiera permite al otro sentirse como se siente, es cuando hay que dar paso a la empatía útil.

 

Cómo practicar una empatía sana y útil

  • Observar, escuchar y permitirse sentir es el paso previo a un buen acompañamiento.
  • Interesarse por el otro, preguntándole y mostrando interés en lo que está viviendo/contando.
  • Si un consejo dado nunca es seguido es un indicador de que no estamos siendo suficientemente empáticos… o de que quizá lo estamos siendo demasiado.
  • Si somos capaces de enfocar nuestra atención sin actuar precipitadamente ni enjuiciar podemos abrir la puerta a una conexión de confianza que nos conduzca a la empatía genuina.
  • Ratificar la experiencia del otro da lugar a un buen acompañamiento que facilita cualquier acción posterior. A diferentes niveles el mensaje es: “Entiendo lo que pasa y valido cómo te sientes. Está bien sentirse así”. Ese es el punto crucial.
  • En los momentos de alegría y felicidad poder experimentar la posición del otro nos garantiza acompañar la experiencia de manera más rica.

 

Este es el sentido de la empatía: conectar con la experiencia de quien nos importa para crear un campo de comprensión entre ambos que le permita al otro encontrar la fórmula de gestionar lo que le acontece.

 

Fuente: Cuerpo Mente