Cuando la autoconfianza (excesiva) se transforma en un impedimento para tu liderazgo
Nacional.- Si realizas una encuesta rápida para saber qué características contribuyen a formar grandes líderes, la respuesta más común será: la confianza en sí mismo. Los mejores líderes o ejecutivos no solo actúan con decisión, sino que hacen uso de su confianza para apoyar —y desafiar— a los miembros del equipo. Esto los lleva a inculcar seguridad en su gente; una labor casi imposible si ellos mismos no son un modelo de confianza.
Sin embargo, hay una fina línea entre la seguridad en sí mismo y la seguridad excesiva. Demasiada confianza en sí mismo lleva a la arrogancia, lo que puede alejar a tus colaboradores, así como también te impide crecer y mejorar, y pasas por alto nuevas oportunidades.
La seguridad excesiva, en otras palabras, es lo que irrita a otras personas. ¿Cómo puede alguien saber cuándo la seguridad en sí mismo se ha convertido en confianza excesiva, cuándo una presencia dominante se ha convertido en vanidad? La clave es hacerse preguntas agudas, como estas:
1. ¿Cuánto tiempo paso realmente escuchando?
A las personas excesivamente seguras les gusta escucharse cuando hablan. En sus mentes, ellas solamente tienen acceso a las mejores respuestas. Es crucial que te vean como los otros te ven. Pídele a tu círculo de confianza una retroalimentación. ¿Eres de los que habla casi todo el tiempo? ¿Apagas las ideas de los otros?. Si la respuesta es sí (y es sorprendente lo frecuente que es esto), realiza la milenaria práctica de la escucha activa y deja que otros tengan más tiempo para hablar. Actúa con curiosidad sobre esas ideas.
2. ¿Produzco yo gran parte de las ideas?
Cuando los líderes rayan en la arrogancia, los miembros del equipo a menudo reaccionan guardando silencio. ¿Por qué molestarse en exponer nuevas ideas o desafiar al jefe cuando todo caerá en oídos sordos, e incluso producirá una respuesta negativa? Si la mayoría de las ideas vienen de tu parte, ocurren dos cosas: o contrataste un equipo poco creativo o controlas de sobremanera el impulso creativo de otros. Sugerencia: otorga la posibilidad de que los miembros de tu equipo analicen decisiones importantes; es una forma de propiciar las ideas novedosas.
3. ¿A menudo parezco que soy la persona más inteligente en la sala?
Los ejecutivos excesivamente seguros se sienten cautivados por su propia inteligencia y detestan que les contradigan. Esos líderes están tan convencidos de su rectitud, que descartan los obstáculos evidentes ante su actual curso de acción, restando importancia a los riesgos e ignorando o justificando los hechos inconvenientes. Sugerencia: concédete 10 minutos al final de la jornada laboral para reflexionar sobre cómo reaccionaste mentalmente a las nuevas ideas, a las críticas que te hicieron y a los hechos inconvenientes. Dicho de otra manera, autorregula la forma en que ejerces tu liderazgo.
4. ¿Pienso en mí mismo como un elemento indispensable para el éxito de mi empresa?
Las personas con excesiva seguridad tienden a creer que su equipo no puede tener éxito sin ellas. Esta actitud las lleva a minimizar o menospreciar las contribuciones de otros y a destacar las propias. Los miembros del equipo se alejan sintiéndose ignorados y subvalorados. Con el tiempo, los más talentosos del grupo se van. Para contrarrestar esto, permite que otras personas sean las protagonistas; reconoce los méritos que realiza tu equipo de trabajo; deja que alguien de tu equipo tome la palabra al inicio de una reunión, sin interferencias de tu parte; promueve a quienes demuestran dotes de liderazgo.
El hecho de hacerse todas estas preguntas —y tomar medidas en respuesta— puede impedir que una sana seguridad en sí mismo caiga en una arrogancia insana.
Fuente: El Mercurio