Cómo aprender a decir “no” con asertividad

Publicado el 20 Ene 2022, En #comunicaciones

Nacional.- La asertividad es la capacidad del ser humano para relacionarse y comunicarse con otras personas, respetando los derechos de uno mismo y de los demás. Lo cual, entre otros aspectos, implica saber decir que no.

 

Así, cuanta más asertividad se demuestre, mayor será la seguridad que uno/a mismo/a desarrolle.  Pero, ¿cómo es una persona asertiva? Es alguien que sabe expresar sus deseos de una forma amable, directa, honesta y educada, y de encontrar un equilibrio entre la pasividad y la sumisión, o la agresividad y la imposición.

 

Para lograr ser asertivos, se debe aprender a determinar en qué momentos hay que negarse y en qué situaciones hay que decir que sí y aceptar el requerimiento de otros. De modo que uno sepa defender los propios derechos, sin lastimar, ofender o perjudicar a nadie. 

 

¿Cómo son las personas con poca asertividad?

– Son susceptible de caer en manipulaciones.

– Se alejan de cualquier tipo de controversia.

– Desean agradar, llegando a sacrificar los propios deseos y necesidades.

– Creen que para ser socialmente aceptados no pueden negarse a nada.

– Se comportan motivados por el miedo al rechazo y la falta de afirmación en las propias ideas.

 

Para aprender a decir no, es importante conocerse a uno/a mismo/a, tener claro cuál es la escala de valores que se tiene y cuáles son los fundamentos en los que uno se basa para seleccionar aquellas cosas que se quieren, o no, hacer.

 

 

Cómo desarrollar la asertividad y decir “no” sin herir sentimientos:

 

1. Practica la flexibilidad

Ser flexibles significa darnos cuenta de que así como aprendimos a comunicarnos de manera deficiente, también podemos aprender a ser asertivos. Pero solo podemos cambiar cuando entendemos que podemos moldear nuestra conducta para ser mejores y más felices.

 

2. Ten un adecuado esquema mental de respuesta

Cuando el esquema mental hacia nosotros/as mismos/as es negativo, nos resulta muy difícil comunicarnos adecuadamente. O esperaremos que nos impongan o esperaremos imponer. Una de las claves de la asertividad es precisamente la de construir una buena actitud frente a lo que somos y lo que hacemos. Esto nos permitirá responder a las demandas externas de una forma más inteligente.

 

3. Aprende a delimitar tus problemas

Esto significa saber dónde se producen los problemas, con quién y cómo. Al pensarlos de esa manera se hacen mucho más manejables. El solo hecho de hacer el ejercicio de delimitación ayuda. Y, por supuesto, facilita que seamos más asertivos para resolverlos.

 

4. Ten claros los derechos propios y ajenos

Una manera de cultivar ese respeto propio y ajeno es teniendo claros los derechos que nos cobijan a todos. Esos derechos están asociados precisamente con la consideración, la aceptación y la preservación de la dignidad.

 

5. Matiza o elimina tus conductas defensivas

Las conductas defensivas nacen de los prejuicios y del miedo. Corresponden a todas esas formas de actuar inspiradas por el temor a ser atacados, cuestionados o confrontados. Quien se siente seguro de sí mismo, no tiene problema en encontrar puntos de vista diferentes o formas de vivir que no se parecen a la propia.

 

El derecho a ser asertivo/a

Todas las personas tienen el derecho a ser asertivas, lo cual implica:

 

  • Decir que no sin dar explicaciones: con un “lo siento, no puedo”, sería suficiente. Pero también se puede realizar una respuesta más elaborada y empática, diciendo un “lo siento mucho, me encantaría ayudarte pero me viene fatal”.

 

  • No tener que responsabilizarse por los demás, lo que no quiere decir que se les desatienda. Una cosa es ayudar y servir a quien lo necesite, y otra es que se aprovechen de la buena voluntad que uno/a tiene. Para no caer en este error, es conveniente evaluar la situación, analizando si realmente esa persona necesita ser ayudada, es decir, observando si la tarea que a uno le piden la podría realizar la otra persona sin problema.

 

En definitiva, es importante saber e interiorizar que no se está obligado a nada, que decir no es un derecho personal que hay que poner en práctica con asertividad.

 

Fuente: La Mente es Maravillosa